El cultivo de chícharo se desarrolla mejor en suelos con un pH que oscila entre 5.5 y 6.5, lo que favorece la disponibilidad de nutrientes esenciales. Es importante que el suelo tenga un buen drenaje, ya que el exceso de agua puede provocar la muerte de las semillas y fomentar enfermedades fúngicas. Los suelos deben ser profundos y ricos en materia orgánica, lo que contribuye a la formación de nódulos que fijan nitrógeno, esencial para el crecimiento de la planta. Además, se recomienda realizar un análisis de suelo previo a la siembra para determinar los niveles de nutrientes y ajustar las prácticas de fertilización adecuadamente.

La fertilización del chícharo es crucial para maximizar su rendimiento. Se sugiere una fórmula de 80-90-30 (N-P-K), adaptada según los resultados del análisis de suelo. El nitrógeno es fundamental para el crecimiento vegetativo, mientras que el fósforo y el potasio son esenciales para la formación de flores y frutos. Es recomendable aplicar todos los nutrientes al momento de la siembra para asegurar que las plantas tengan acceso inmediato a ellos. La incorporación de materia orgánica también es beneficiosa, ya que mejora la estructura del suelo y aumenta su capacidad de retención de humedad, lo cual es vital para el desarrollo del cultivo.

El riego adecuado es esencial para el cultivo de chícharo, especialmente en regiones donde las precipitaciones son escasas. Se recomienda un sistema de riego localizado para maximizar la eficiencia en el uso del agua, asegurando que las plantas reciban entre 1000 y 1200 mm anuales. Durante los primeros años, se debe regar cada 15 días desde mediados de marzo hasta septiembre. En invierno, un riego adicional en enero puede ser beneficioso. Es fundamental evitar el encharcamiento, ya que esto puede afectar negativamente la salud del cultivo y aumentar la incidencia de enfermedades.

El chícharo se adapta a diversas condiciones climáticas, pero prospera mejor en altitudes entre 1,000 y 2,500 metros sobre el nivel del mar, donde las temperaturas son más frescas. La temperatura óptima para su crecimiento oscila entre 19 °C y 29 °C. Las precipitaciones ideales varían entre 600 mm y 800 mm anuales; sin embargo, en plantaciones intensivas se requieren hasta 1,200 mm. Un clima templado con buena exposición solar favorece el desarrollo del cultivo, mientras que condiciones extremas como heladas tardías pueden dañar las plantas jóvenes o afectar la producción final.

El chícharo se adapta a diversas condiciones climáticas, pero prospera mejor en altitudes entre 1,000 y 2,500 metros sobre el nivel del mar, donde las temperaturas son más frescas. La temperatura óptima para su crecimiento oscila entre 19 °C y 29 °C. Las precipitaciones ideales varían entre 600 mm y 800 mm anuales; sin embargo, en plantaciones intensivas se requieren hasta 1,200 mm. Un clima templado con buena exposición solar favorece el desarrollo del cultivo, mientras que condiciones extremas como heladas tardías pueden dañar las plantas jóvenes o afectar la producción final.