Este análisis es el punto de partida, pues proporciona información detallada sobre los niveles de nutrientes en el suelo. Elementos como el nitrógeno, fósforo y potasio son fundamentales para el crecimiento del chile poblano. Además, se evalúan otros micronutrientes, asegurando que el suelo esté en condiciones óptimas para sostener el desarrollo saludable de las plantas.

Con el análisis foliar, se puede detectar cualquier deficiencia nutricional en tiempo real. Este tipo de análisis se realiza en las hojas, proporcionando un panorama claro del estado de salud del cultivo y permitiendo la corrección de problemas antes de que afecten el rendimiento.

El agua de riego debe cumplir con estándares de calidad para evitar que las plantas se vean afectadas por sales o contaminantes. Un análisis adecuado garantiza que el agua utilizada no perjudique la absorción de nutrientes por parte de las raíces, favoreciendo así un crecimiento homogéneo.

Por último, la calidad del fruto es evaluada según parámetros como el tamaño, la firmeza, el sabor y el contenido de capsaicina (el compuesto responsable del picor en los chiles). Estos factores determinan si el chile poblano es adecuado para el consumo fresco o para su uso en diversas aplicaciones culinarias.